Es interesante observar que el león más dispuesto a realizar las gracias del domador es el que ocupa la posición más baja de la manada, el animal omega. Es el que más provecho puede sacar de una relación estrecha con el maestro superalfa. No se limita sólo a los premios extras. Una relación estrecha también querrá decir que el animal estará más protegido de los otros miembros de la manada. Este león, de igual tamaño y ferocidad aparente de cara al público, será la estrella de la función mientras que el domador dejará a los leones beta y gamma, que suelen ser subordinados más gruñones, encima de sus podios coloridos al borde de la pista.
Lo mismo ocurre con otros animales de circo y los animales de zoológico. Los animales socialmente inferiores son los que hacen esfuerzos más grandes y más ingeniosos para conocer a sus cuidadores. Resultan ser los más fieles, los más necesitados de su compañía, los que menos conflictos o problemas les supondrán. Este fenómeno se ha observado en los felinos mayores, los bisontes, los ciervos, las ovejas salvajes, los monos y en muchos más. Es un hecho harto sabido dentro del gremio.
A veces me siento cómo un animal omega, no por ser el preferido del adiestrador, sino por tener miedo a la sociedad que estamos viviendo, por no lograr entender por qué hay tanta gente luchando por ser alfa cuando no entienden que un idioma no se forma con una sola letra...
Yo no quiero naufragar.
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